
No sé si este sea el título correcto para todo lo que pretendo escribir, tampoco voy a darle muchas vueltas al asunto, así que vamos.
Tengo días pensando en el tema. Tras terminar la primera corrección de mi novela (una locura de la que espero comentar algo pronto), empecé a notar ciertas cosas que no me convencían de mi antagonista.
Así que pensando en esto, recordé que siempre hablo de lo mucho que me gustan los personajes redondos, con fortalezas, debilidades y demás.
Dar vida a los antagonistas no debería ser demasiado diferente a crear un protagonista. El problema surge cuando olvidamos que el malo es una persona y también tiene sentimientos, miedos y debilidades.
No digo que esto sea algo que el lector necesite saber a fondo, pero tal vez sí ciertos matices que ayuden a definir su personalidad.
El antagonista es esa parte esencial que no puede faltar en nuestra historia. Y no hablo solo de villanos, en una novela son muchos los elementos que pueden hacer de antagonista. El tiempo, el clima, un fenómeno natural, etc.
Hoy nos vamos a centrar en ese punto especial que le da más acción a nuestra historia. Y no, no todo son luchas, golpes, peleas o batallas, hablo de emoción, giros argumentales, cambios en la trama.
Cuando empiezo a leer una historia siempre estoy intentando descubrir qué puntos van a jugar en contra de los personajes. Es un gran defecto, pero rara vez leo como lectora y no puedo evitar ir descubriendo pequeñas cosas que creo luego tendrán mayor peso.
He decidido hablar de este tema porque he notado que a pesar de que me fijo mucho en los villanos y antagonistas, cuando escribo, suelo dejarlos de lado. No es algo que haga de manera consciente, pero reconozco que es un fallo enorme en el que necesito trabajar.
Y como siempre que descubro mis puntos débiles intento investigar un poco, y desentrañar mis lecturas recientes en busca de pistas que me ayuden a mejorar.
Si como yo tienes dudas de los antagonistas, o solo quieres leer qué otras cosas tengo que decir, entonces solo tienes que seguir leyendo hasta el final.
Provocar sentimientos y emociones
No quiero decir que Voldemort debería inspirarte ternura y amor, pero es obvio que en cuanto leas sobre él algo provocará en ti.
Miedo, repulsión, asco, odio… Tenemos un inmenso abanico de emociones en el que nuestro antagonista puede actuar.
Si hablamos de un asesino a sueldo que acaba de matar a una niña inocente, lo más probable es que te provoque asco y rabia, al menos si eres una persona normal.
Si no eres normal seguro te provocara esperanza, pero no estoy aquí para juzgar quien es normal o no.
A lo que iba, el antagonista debe producir algo, no puede ser que el lector se quede frío ante su aparición.
Aun peor, si ese terrible villano está haciendo algo malvado y el lector no siente nada, temo mucho decirte que fracasó en su misión de emocionar a nuestro público.
Cuando el antagonista no es una persona como tal, también debe generar una reacción. Es decir, si nuestro protagonista lucha contra el tiempo, es probable que el lector sienta ansiedad o angustia.
Cuando leía Choque de reyes de G. R. R Martin, sentía una profunda repulsión hacia Joffrey Baratheon, y sé que como yo, muchos detestaban la simple mención a su nombre.
Es que aborrecía cada acción hecha por el personaje, necesitaba que acabaran con él, y no me complacía un final cualquiera.
Otro que también me provocaba úlceras a cada mención, era Ramsay Bolton, creo que nadie en su sano juicio podría decir que este personaje le producía lástima, es todo lo malo que se puede ser.
Pero aquí no quiero hablar de si el personaje es malo malísimo o no.
Son las sensaciones que provocan lo que determinará el impacto del antagonista.
Y ya dejando en claro lo que debe producir un antagonista, hablaremos de algunos tipos que podemos encontrar en la literatura.
El villano inmoral
Esta es una de las formas más comunes de antagonista que encontraremos en historias. Sí, ese terrible ser que es malo y le trae sin cuidado serlo.
¿Cuántas novelas no hemos leído bajo este formato?
Y es que parece inagotable, y aunque a mí no me molesta del todo, creo que bueno trabajar el personaje a fondo para que no acabe convirtiéndose en un cliché.
Este es el malo de la película al que los lectores no pondrán ningún pero para odiar.
Sabe que está actuando de manera cruel y lo trae sin cuidado.
Por lo común este tipo de perfil no siente remordimiento por sus acciones, tampoco tiene un código moral por el que regirse.
El malvado moral
Estos me gustan mucho. Son los que justifican sus acciones bajo su punto de vista.
Es decir, son un tanto más profundos y trabajados, el autor se ha encargado de dotarlos de una visión y un código moral por el que se rigen.
A ojos de este villano, sus actos están justificados, ve como correcto lo que hace.
Son personas que buscan encontrar las razones “correctas” para proceder de la manera en que lo hacen. Es por decirlo de alguna manera, el mal necesario para traer el equilibrio.
Y aunque su punto de vista sea totalmente erróneo, este personaje es incapaz de notarlo.
No siempre existirán luchas entre buenos y malos, aquí puede ser un punto a favor este tipo de perfil.
Además, creo que es bastante interesante conocer al villano por su manera de pensar o ver el mundo. Puede que no lleguemos a comprenderlo del todo, pero podemos entender algunas de sus acciones aunque no estemos de acuerdo con ellas.
Aquí como siempre menciono a Abercrombie, me gusta esa profundidad en personajes que no se definen del todo como buenos o malos.
Ya sé que soy muy repetitiva con la oscuridad y la luz en los personajes, y aunque me gusta leer sobre esas luchas sobre el bien y el mal, también hay puntos medios que son interesantes y nos regalan personajes maravillosos que permanecen en nuestra memoria.
¿Cómo elegir antagonista?
Ante todo me gustaría decir que soy de las que piensa que la historia escoge a los villanos.
Es un tanto peculiar, lo sé. Solo que he notado que muchas veces intento crear un antagonista en mi historia, y esta me tira para otro lado enviándome unas señales bastante distintas a las que tenía pensado.
Es por esto que debes escuchar tu historia y lo que esta necesita.
En ocasiones planteamos una idea original, y tras desarrollarla un poco, descubrimos notables cosas a mejorar y aspectos que podemos potenciar. Esto ocurre porque aprendemos a descifrar y escuchar nuestra historia.
Para entender hacia dónde marca tu antagonista puedes probar con algunas preguntas clave:
- ¿El antagonista es una fuerza que se opone a los intereses del protagonista?
- ¿Tiene peso en el desenlace de la trama?
- ¿Sus acciones ayudan a desencadenar el conflicto de la historia?
Por supuesto, estas son algunas de las preguntas que suelo hacerme al momento de empezar a desarrollar la voz de mi antagonista.
Sé que existen muchas personas que utilizan otras técnicas, pero en cuanto me surgen dudas sobre este punto, suelo detenerme a pensar en la función del antagonista en la historia.
Y si te soy sincera, casi siempre hago esto al momento de corregir y reescribir. En un primer momento dejo que la historia fluya, y cuando me siento a corregir, empiezo a notar todos los puntos flojos.
Hola Iris! Interesnate entrada. A decir verdad, yo nunca me planteo como debe resultar un villano muy villano, por decirlo de alguna manera. Aunque también es cierto que mis historias no suelen ser de acción, más bien de vida cotidiana, así que los antagonistas suelen ser personas con diferentes valores que el protagonista. Egoista, infiel, ambicioso con el sentido negativo de la palabra, pero que a alguien le pueda caer bien. Normalmente, esto que voy a contar es medio secreto jaja, me fijo en la gente que me cae mal y traslado esas cualidades tan detestables para mí a los antagonistas, y las exagero un poco.
Para una novela fantástica, como Juego de tronos, el señor de los anillos, pues quizás sí es lo que tu dices, se necesita un villano que no provoque empatía. Es la lucha del bien y el mal, el yin y el yang, lo que busca la gente. Personalidades opuestas.
Pero bueno, solo es mi opinión ?
Un saludo!
Creo que no hay que buscar pesonaje antagonista. Cualquier afirmacion lleva implicita la negacion no es necesario que alguien la contradiga. Por ejemplo si la voz en al novela dice: «Los mares rugían con el ímpetu de los años arrebatados… el antagonista es la propia expresión ¿que impetu pueden tener los años? y ¿arrebatados? Ya que el mar ruja es un portento en si… bastaria decir: el mar rugia con fuerza.
Si la historia lo requiera va surgiendo, en lo personal, me gusta descubrir la fuerza antagónica y trabajarla hasta darle forma y peso en la historia. Eso ya depende de los gustos de cada autor, un abrazo Fiorentino.
Es una lectura muy interesante. Más de un guionista de Hollywood debería tomar nota.
Muchas gracias Pepe, un abrazo
En efecto, construir al personaje «malo» es tan importante como al resto del elenco, por manejar la terminología maniquea (pero ya nos entendemos pudiendo aplicarla a los claroscuros, moralidades alteradas y demás). En mi caso, tengo claro desde el principio qué o quién es, qué le mueve y por qué hace lo que hace, antes de empezar a dar bandazos con la historia, que siempre queda fatal. De hecho, suelo construir al antagonista inmediatamente después al/los personajes protagonistas, tal es la importancia que le concedo.
Del mismo modo que tú, el villano está subordinado a la historia cuando escribo… pero simbióticamente: la historia hace al villano, y el villano hace la historia provocando acciones reactivas en los protagonistas (que, no nos engañemos, no suelen ser proactivos hasta un ratito después de arrancar la trama)
Muy cierto, a mí también me gusta tener el antagonista bien delimitado en caso de que sea un personaje, me gusta trabajar su personalidad y el peso que tendrá en la historia. Como siempre un genial aporte, saludos
¡Hola Vanesa! Muy interesante este artículo, siempre suelo decantarme por el antagonista antes que por el héroe de turno cuando reúne todos los requisitos que mencionas, y disfruto muchísimo más de una historia cuando el villano me provoca más sentimientos que el protagonista.
¡Un abrazo enorme!
Muy cierto, yo es que no sé la razón, pero me encantan los antagonistas, suelen tener ese algo que convierte la historia en algo interesante, aunque por supuesto, hay algunos que odias y aún así son necesarios jaja. Un abrazo
Interesante entrada en tu blog. No me gustan los malos malísimos, ni los buenos buenísimos, nadie hace nada sin motivo, nunca, y nadie es perfecto, no sería creíble. Si en una historia no está muy clara la motivación de cada personaje, pierde mi interés.
Una historia debe ser creíble, aunque se desarrolle en un mundo fantástico, eso no importa, porque hay mundos fantásticos tan bien descritos y definidos que podrían pasar por creíbles aunque nunca reales.
El bien y el mal son muy subjetivos. Y lo son hasta tal punto, que el villano se debe ver a sí mismo como el héroe, que debe derrotar al otro porque sus principios y su dignidad lo llevan a ello, aunque no las compartamos. Si la historia es realmente buena, podría reescribirse desde el punto de vista del villano y debería verse como héroe, y al héroe como villano. Eso es una historia creíble.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en que el antagonista no tiene que ser siempre un personaje, puede ser un concepto, una sensación…, cualquier cosa.
En mi primera novela, que trata sobre unos amigos que sufren un acoso escolar terrorífico por un malo malísimo al que el lector odiará desde el primer capítulo, conforme pasa la historia, se va conociendo a ese abusón despiadado con más profundidad, y casi se siente empatía por él. Me aseguré de desarrollar el personaje completamente, y aunque en principio se ganará la antipatía y el asco de todos, si lo hice bien, más tarde no debería ser así en absoluto. El lector reprobará su comportamiento, sin duda, pero entenderá sus motivos, y puede que alguno estuviese incluso de acuerdo con él en algunas cosas. El narrador en tercera persona, en algunos capítulos, cambia de protagonista, entrando en «la mente» de otro personaje para analizar las situaciones desde su punto de vista concreto, algo bastante arriesgado por otro lado, y puedo asegurar que los que se centran en el pensar y sentir del villano de turno son mi mayor orgullo, aunque también fueron los más complicados de desarrollar.
En mi segunda novela, que trata sobre una chica dolida y olvidada, el antagonista es la soledad, no hay realmente un malo malísimo concreto, es solo una sensación asfixiante y cruel; y aunque surgen personajes secundarios a los que el lector odiará irremediablemente, entenderá en parte las motivaciones de cada uno, pero seguro que no las compartirá en la mayoría de los casos, porque no quería que esta novela fue tan compleja como la anterior, no quería confundirlo. Es por esto que ella se aferra a un juego de rol multijugador por internet que siente como si fuese su otra vida, una vida fascinante y preciosa que le aporta lo que su vida real no consigue ofrecerle. Por eso se crea un personaje femenino muy atractivo, una arquera exploradora preciosa y espectacular, con una personalidad temeraria, divertida, apasionante… Es todo lo que ella no es en la vida real y desearía ser. Para ella, su soledad es tan cruenta, que cuando juega en su portátil es como si viviera en un mundo fantástico, como si el mundo salvaje de Ckothar fuese real, creíble, no veía botones de ordenador y personajes creados con píxeles de colores en pantalla, veía seres reales y amigos virtuales enriquecedores, no jugaba, soñaba despierta. Era importante para mí dar esa sensación, esa idea, que la soledad puede ser tan terrible que cualquier cosa que haga a la gente que la padece sentirse querida, admirada, integrada, útil, única… será una bendición para sus vidas.
Felicidades por un artículo tan interesante y práctico, me ha gustado mucho. Cuídate y a seguir escribiendo y disfrutando mucho haciéndolo.
J. J. García Cózar
A mí especialmente me está costando definir a mi antagonista, es un personaje religioso, pero muy radical y hasta ahora sólo conseguí definir esa parte. Es realmente complicado, pero con este post se me ocurrió una gran idea gracias de nuevo por dejarlo aquí, siempre resulta muy inspirador.
Muchas gracias Anya, me alegra muchísimo que te ayude y que te animes a compartir tu experiencia. Un abrazo