
La hoja en blanco, las ideas y los sueños… Qué bonito podría ser convertirme en un escritor.
¡Oh espera!
Sí, todo suena maravilloso cuando esa voz mágica nos habla y nos dice que tiene una idea, entonces abrimos el Word o cogemos papel y lápiz destinándonos a escribir esa sublime obra maestra.
Por eso quiero hablar de la presión del escritor. Ese mito secreto que se esconde en las oscuras cavernas de nuestros pensamientos. ¿Huimos de la presión del escritor o sucumbimos a ella?
Si debo ser sincera, diré que la mayoría del tiempo se me ocurre una idea y empiezo a trabajar en esta sin saber cómo termina. Sí, en el fondo creo que mi cabeza tiene las respuestas a todo, pero no me las dirá hasta su debido momento. Bueno, creo que el mundo tiene las respuestas a todo y no me lo dice en su momento.
Cuando le digo a alguien que conozco que voy a convertirme en escritora, ponen cara de románticos como si todo fuese un lecho de rosas, aunque luego su cara se transforma en preocupación y preguntan ¿Realmente puedes vivir de eso? ¿No es muy difícil publicar?
Entonces decimos “gracias mundo por poner estas personas que no tienen ni idea pero que igual te siembran las dudas” Bueno, a estas personas ya soy inmune, aunque lleva su tiempo, especialmente cuando del tema familiar hablamos.
Ya, alejándonos de dudas y resentimientos (no los tengo) el camino para ser escritor parece tener una traba que resulta complicada de sortear: nosotros mismos. Sí, no hablo de editoriales, ni de oportunidades, ni de nada de esto. Creo que nosotros mismo somos la principal razón por la que encontramos dificultades, y allí puede surgir la presión del escritor.
Lo primero
¿Quién decide tus límites?
Tú.
No lo sé, tardé mucho en darme cuenta de que la única que establecía límites era yo, la única que se ponía trabas o pensaba que no podía lograrlo era yo. Independientemente de lo que te digan, solo tú puedes decidir si esas opiniones tienen relevancia para ti.
En el antiguo blog, publiqué más de 176 relatos, unos buenos otros no tanto. En un principio nadie me comentaba. Luego, poco a poco fueron apareciendo participaciones y comentarios. Las opiniones negativas las tomaba muy mal, no porque pensara que esa persona no apreciaba lo que yo escribía, sino porque creía que no era buena, o que no tenía lo que se necesitaba para que a la gente le gustarán mis escritos.
Me tomó tiempo comprender que había gente a la que le gustaría y gente a la que no. Al igual que a mí no me gustan todos los libros que leo a mis lectores no tenía por qué gustarles todos mis relatos.
Lidiar con las críticas
Por favor, si hay gente que odia a George Martin, o que no comprende las obras de Jane Austen ¿Qué te hace pensar que contigo no será igual? En otra ocasión hablé de grandes escritores que fueron rechazados, no una ni dos veces, incluso doce o más.
El rechazo es algo inherente a la vida. Sea cual sea tu profesión encontraras gente que no le guste tu trabajo, que no les gustes tú o que simplemente no tengan ningún interés por lo que haces.
Y déjame contarte un secreto: eso está bien.
La idea del rechazo, las malas críticas y las caídas es aprender de ellas y superarnos.
Hay gente que pasa la vida diciendo que quieren ser escritores y nunca son capaces de mostrar sus escritos por miedo al rechazo.
Cuando creé Iris de asomo, tanto el primer blog como el twitter, lo hice bajo este “seudónimo” porque me avergonzaba que la gente supiera que era yo quien escribía, con el tiempo, y casi sin darme cuenta me convertí en Iris, y ahora hasta tengo un canal en el que hablo de libros y técnicas narrativas.
Motivación constante
Siempre supe que quería ser escritora. Pero no fue hasta hace mucho cuando me sinceré y admití que no quería ser otra cosa más que esto. He estudiado periodismo, guion para cine y estoy terminando un máster de marketing, una combinación un tanto peculiar. Jamás he querido ejercer como periodista, tampoco me veo desempeñando campañas de marketing para bebidas o cualquier otra cosa, quiero ser escritora, y utilizar mis “conocimientos” para mis escritos y nada más.
Para eso, debes responder con sinceridad ¿quiero ser escritor realmente? ¿Por qué quiero ser escritor? Estas dos preguntas resultan fundamentales para plantearnos un futuro respecto a lo que queremos hacer.
Con todo esto no quiero decir que un escritor no pueda ser farmaceuta y apasionarse por ambas cosas, o médico, o lo que sea, hablo de mi experiencia, humana y subjetiva por sobre todas las cosas. Como he dicho, el límite lo estableces tú.
La motivación es gasolina para nuestro cerebro, nos ayuda a escribir, crear, imaginar, porque te aseguro que si no te sientes motivado no podrás escribir nada que valga la pena. Una novela requiere tiempo y esfuerzo, y aunque es un proceso creativo, podrás sufrir momentos estresantes e incluso el temible bloqueo de escritor.
¿La presión nos afecta al momento de escribir?
Yo creo que sí. Y vuelvo al primer punto en el que comentaba que los limites y las trabas las imponíamos nosotros mismos. Pensar en fechas límites, o anticiparnos al final de la historia, e incluso hablar de futuras publicaciones puede afectarte al escribir.
Al momento de escribir, intento no pensar a futuro, no anticiparme a los hechos, porque enseguida me acosa el vértigo de escritor y empiezo a ver fallas que me impiden progresar con la escritura.
La ambición juega un papel importante. Estoy segura de que quienes escribimos siempre pensamos en convertirnos en escritores reconocidos, llegar a un millón de lectores y obtener el mérito por todo el trabajo realizado. Pero debemos controlar nuestras ambiciones, es normal pensar en esto y si ya te planteas esta situación, puedes pensar en que no quieres decepcionar a tus lectores, quieres ofrecer una obra maravillosa que tenga relevancia.
Mucho planificar o anticiparnos genera presiones en nuestro cerebro, crea nervios y expectativas que pueden frenarnos en el proceso creativo.
Y hay un último punto
Plantearte esta vida de artista tiene su lado bueno y uno tan dulce como quisiéramos. La musa, la inspiración viene de nuestra creatividad y de la motivación que resida en nosotros, de nuestras emociones y sentimientos, no te quedes a esperar que la musa llegue, sal a buscarla, ve a llamarla.
Es uno de mis métodos preferidos para huir de la presión, cuando escribo intento no pensar en otra cosa que la historia, sea una novela o un cuento, dejo que el mundo me envuelva, me rodeo de los personajes y descubro el camino con ellos mismos.
Olvídate de las críticas, no atiendas a las recomendaciones con absoluta rigidez, recuerda que debes hacer siempre lo que mejor te funciona y no lo que otros dicen que funciona en ciertos temas literarios.
Finalmente sal a buscar esa pasión y cuando la consigas, entrégate a ella.
Cuando tenía como 17 años, me entró el loco (así decimos en Cuba) de escribir. Empecé un pequeño relato que nunca terminé, al poco tiempo otro (que tampoco terminé). Luego de muchos años (bueno, no tantos), me ha picado otra vez la curiosidad, pero no me decido aun. Quizás en algún momento comience otra vez en ello, quizás lo deje, quizás no. En fin, que sé a lo que te refieres y además creo que en los tiempo que vivimos, con la cantidad de cosas que nos han puesto y obstáculos para frenar nuestro propósito, se nos hace más difícil todo: al escritor, escribir; al músico, cantar; al pintor, pintar.
Definitivamente Vanessa. Tengo en mi PC una carpeta con cuatro subcarpetas: Novelas Terminadas, Novelas Sin Terminar, Relatos Terminados y Relatos sin Terminar.
A veces siento que debería crear otra y nombrarla «Relatos y Novelas que No Voy a Terminar». Pero nunca tengo corazón para hacerlo y permanecen donde están…quizás algún día
Un saludo fraterno
Hola Jorge, a ver… ¿cómo puedo empezar? Sí, ya sé ¡No lo hagas!
Ya sé que muchas veces creemos que no vamos a terminar algo, pero eso que tal vez ahora no nos gusta demasiado más adelante puede convertirse en una gran historia, dale tiempo y aprovecha cada idea. Saludos
Sí, lo sé. Por eso te digo que no tengo corazón para hacerlo y ahí permanecen…esperando el retorno de la Musa que los dio a luz y un día se marchó.
🙂
Un saludo fraterno
Hola, amiga. Alguna vez he sentido la presión, por supuesto. Creo que es algo inherente a todos los que nos gustaría dedicarnos a la escritura, ya sea para vivir de ella o con la pequeña ambición de conseguir unos cuantos admiradores de tu obra. Desde que creé mi blog o, mejor dicho, desde que lo remodelé y empecé a publicar semanalmente, siento un poco más esa presión. Antes sólo publicaba mis escritos cuando consideraba que eran muy buenos. Los que consideraba malos o mediocres (entendido mediocre en su sentido original, como algo «mediano» o «en la media») no los publico por miedo a decepcionar a los poquitos seguidores que tengo. Eso me ha estado coartando mucho a la hora de escribir, ya que la obsesión por quitar los fallos a mis escritos me han quitado el placer de escribir en algunas ocasiones. Afortunadamente, últimamente estoy terminando de preparar una novela que escribí hace muchos años con mi sobrina para publicarla y eso me está ayudando a entender que, aunque no escriba un relato perfecto a la primera, siempre hay alguna manera de enmedar los errores. Esta novela tenía muchísimos y creo que los estoy solventando bastante bien, incluso le he añadido ya varias escenas superando ese bloqueo. Sólo he tenido que darme cuenta de que, cuando escribo, debo dejar en la habitación sólo a la escritora y guardar a la crítica en un cajón, mientras que cuando corrijo, la crítica debe salir y la escritora esconderse. Ha sido una lección difícil, pero la estoy aprendiendo bien. Un saludo, Iris (¡y disculpa que haya escrito un comentario tan largo!)
Muchas gracias por el comentario amiga. Me alegra tanto conocer tu caso y ver cómo estás logrando sacar esos escritos. A veces somos muy críticos con nuestro trabajo, créeme, siempre soy la primera en decirme que no funciona lo que escribo. Pero más allá de eso, debemos escuchar ese espíritu escritor que duerme en nosotros y dejarnos llevar por él.
Ánimo con esa novela que estamos deseosos de conocer más. Y te invito a que sigas compartiendo tus opiniones, y lo de largo nada, mira que yo cuando me extiendo suelto unos parrafotes. La idea es fomentar el diálogo y compartir experiencias. Saludos.
Muchas gracias, Iris. Sí que es cierto que debemos escuchar más a menudo esa vocecita interior que nos dice que algo no encajar en nuestra historia, de la misma forma que escuchamos la de las musas que nos exhortan a que escribamos. ¡Saludos!
Totalmente cierto amiga, esa voz en muchas ocasiones lleva algo de razón. Saludos
Iris, me encantó el artículo. También me pasó que me di cuenta que no quería ser otra cosa, soy ingeniera comercial pero luego de obligarme a tener esa vida logré darme cuenta que soy una escritora.
Saludos y muchas gracias