
Todos hemos tenido alguna vez esos pensamientos que nos limitan o impiden alcanzar algo. Siempre he comentado que mi mayor competencia soy yo misma y es precisamente por todas esas creencias limitantes que tengo en la cabeza.
Por supuesto que en un principio no era consciente de que esos pensamientos pudiesen formar parte de las temidas creencias negativas. Que afectaran mi creatividad o que me limitaran al momento de escribir.
Recientemente escuché un podcast de unos expertos en psicología que hablaban sobre la profecía autocumplida y el efecto Pigmalión y me encantó descubrir cómo nuestros pensamientos tienen un efecto tan determinante en nuestra vida.
No quiero venir a profundizar sobre teoría psicológicas ni el efecto Pigmalión, solo quería poner en contexto que gracias a ese podcast me di cuenta de que mi cabeza estaba llena de creencias limitantes de las que ni yo misma era consciente.
¿Qué son las creencias limitantes?
La mayoría de las veces ni siquiera somos conscientes de que adquirimos ciertos hábitos que llegan a convertirse en creencias limitantes. Estas son una especie de mantra, se repiten dentro de nuestra cabeza cada cierto tiempo. Son dañinas y nos sabotean.
Y pensarás ¿qué tienen que ver las creencias limitantes con la escritura?
Y la respuesta es muy sencilla: mucho. Voy a empezar por el inicio, hace casi diez años escribí mi primera novela. En realidad, era una historia terrible que se quedaba en medio del romance paranormal y una fantasía rancia. Luego di el salto a escribir relatos y en este punto empecé a plantearme la idea de que otros pudieran leer mi trabajo.
Mi primer pensamiento fue de horror. No era lo suficientemente buena como para ofrecer algo que el mundo pudiese leer. Esa creencia limitante me hizo seguir escribiendo sin dejar que nadie me leyera durante tres años más. Finalmente me abrí un blog y publiqué algunos de mis relatos.
En ese momento tenía tantas dudas, tantas inseguridades que lo que mejor veía era apostar por un seudónimo (irisdeasomo) y nunca mostrar mi cara.
Hasta este punto te puedo decir que esas creencias me hacían sentir terror ante la idea de que alguien descubriera que yo era la persona que se escondía tras irisdeasomo. Tenía tanto miedo que ni siquiera mis amigos más cercanos sabían de la existencia del blog.
Me sentía muy cómoda publicando sin que nadie supiese que era que escribía los relatos y los publicaba. De hecho, todo iba muy bien hasta el momento en el que me planteé hablar de libros en youtube.
¿Yo? ¿Hablar con una cámara delante? Imposible. En la universidad cada vez que tenía que plantarme delante de mis compañeros acababa mareada con temblores en el cuerpo y las manos sudadas.
De hecho, estaba convencida de que nadie vería mi canal. Nadie se sentiría cómodo viendo a una chica que no tenía don de soltura para hablar en youtube.
Pero como en el fondo soy más tozuda que otra cosa, decidí grabar mi primer vídeo y el resultado fue: horrible.
Me convencí de que lo mejor era ir preparándome para abandonar el anonimato. Mi blog dejó de ser de relatos y se convirtió en algo más en lo que pudiese abordar más temas.
Entonces me convencí, con ayuda de mi novio que veía que la idea de un canal me podría ayudar a superar ese miedo irracional a mostrarme en internet. Grabé un segundo vídeo en el que hablaba de La princesa prometida y esta vez no resultó tan horrible como yo imaginaba.
Y entonces lo subí. En mi cabeza veía miles de errores en mi manera de hablar, pensaba que me equivocaba demasiado, que era repetitiva, que no lograba transmitir nada. Para mi sorpresa: la gente empezó a suscribirse.
No creo que haya sido el éxito del año, pero sí me ayudó mucho a descubrir que no hacía muchas cosas por esas creencias limitantes.
En el caso de la escritura ha sido igual. Muchas veces me he autoconvencido de que no valgo para escribir o que no soy lo suficientemente buena. Me ha costado mucho tomar algo de confianza, apartar el síndrome del impostor y seguir adelante.
Autopublicar y las creencias limitantes
Esta es más que nada una anécdota. Terminé de escribir El Gremio de las sombras y quería que la gente me leyera. Por ese entonces tenía el gusanillo de la autopublicación, aunque no me atrevía a contemplar la posibilidad porque evidentemente creía que no sería capaz de vender ni un solo libro.
Mi actitud era muy reacia a la idea de autopublicar y todo era por puro miedo.
No te voy a mentir diciéndote que todo resultó fabuloso cuando finalmente me atreví a tomar la decisión. Fueran muchas noches en vela en las que me imaginaba sin que nadie se leyera mi libro o que quien lo hiciera lo odiara por completo.
Con el tiempo me he dado cuenta de que mis creencias limitantes intentan mantenerme segura. Esto no es bueno. Si nunca hubiese auto publicado no hubiese aprendido la cantidad de lecciones que me ha dejado El Gremio de las sombras. Si nunca me hubiese abierto el canal de youtube no formaría parte de esta comunidad y me estaría perdiendo una de mis mayores pasiones actualmente.
Luchar con las creencias limitantes no es fácil. Pero si tú mismo insistes en que nunca vas a terminar de escribir esa novela es más posible que busques excusas y no te sientes a trabajar.
¿Conocías este concepto? ¿Tienes alguna creencia limitante en tu vida?
Te voy a dejar dos podcast que hablan de este tema y que me resultaron muy interesantes.
Me alegra un montón que te animaras a abrir el blog, el canal y autopublicar El Gremio de las Sombras, porque todo lo que has logrado es fenomenal. Yo tengo bastante limitaciones, y muchas veces mi madre y mis amigos me dicen que debería tener más aspiraciones con todo aquello que creo, pero tengo la sensación de que poco a poco, año a año voy superando un poquito más esas limitaciones. Muchas gracias por esta entrada reflexiva, y saludos!
Gracias por escribir de este tema… las limitantes nos joden, en pocas palabras nos rompen. Saludos.
Me gusta cómo lo planteas y que te animes a contarnos qué tal te va así. La autopublicación asusta, y mucho.