
El tiempo suele ser una de las mayores excusas que nos ponemos al momento de escribir. En mi cabeza, resuena la frase como si nunca me cansara de decirla, y la verdad es que esto es una gran mentira.
Pasamos mucho tiempo en las redes sociales, viendo televisión, o haciendo cualquier cosa, no digo que esté mal, es obvio que necesitamos desconectar y estas son buenas distracciones, pero si aprendemos a mejorar nuestro tiempo y crear hábitos, estoy convencida de que esta excusa no valdrá en tu rutina diaria.
Yo invierto muchas horas en las redes sociales, no te voy a mentir, estoy todo el rato conectada buscando información o enterándome de las cosas que pasan, aunque en ocasiones me cuesta desconectar, y esta es una de las razones que me impiden escribir casi tanto como me gustaría.
A esto le puedo sumar el hecho de que soy una persona muy distraída. En serio, nadie puede imaginar hasta qué punto vivo en las nubes pensando en escobas mágicas y demás, por lo que me cuesta mucho concentrarme.
Otro punto que juega en contra son las distracciones.
Sí, yo no puedo trabajar con música, al menos no durante demasiado rato. Me distrae, me saca de lugar, y casi siempre necesito absoluto silencio.
Las ideas están allí, puede que esté escribiendo una historia genial de espadas y poderes mágicos, pero las ideas siempre me asaltarán y se me ocurría alguna otra cosa a la que debo prestar atención y sacar mi concentración de lo que hacía
Así que aquí te dejaré 5 hábitos que a mí me funcionaron para encontrar más tiempo para escribir.
Plantéate objetivos
Lo sé, esto es lo típico que siempre solemos escuchar. Lo cierto es que a mí me ha funcionado, me planteado cierto número de palabras al día y me esfuerzo por cumplirlo. Es obvio que no todos los días tendrás la misma inspiración o las palabras no querrán salir, pero trabajar en ello y esforzarte por completar el objetivo, te ayudará a mantener una rutina de trabajo.
En un principio me resultaba muy difícil el establecer un número y cumplirlo. Tuve días muy malos en los que incluso llegar a la mitad me parecía buena idea. Con el tiempo logré cumplir esos objetivos, y además, me sorprendí que mientras más me esforzaba por alcanzar las palabras, la cosa se me daba con mayor facilidad.
No pretendo engañarte con eso de facilidad, quiero decir que se me hacía más fácil escribir y mantener la rutina.
Por supuesto que no todos los días escribía cosas buenas, no hay que fingir, escribir es muy difícil, y escribir bien ya ni te cuento, quien te diga lo contrario, miente.
Lo cierto es que empecé a creer que estos objetivos formaban parte de mi entrenamiento como escritora, horas invertidas en mejorar, corregir y aprender, y así me empeño en creerlo, que los días malos en los que no escribo nada que valga la pena, forman parte de mi entrenamiento para mejorar.
Buscar la motivación
Es fundamental estar motivados. Sin la motivación no tendremos ese motor de empuje que nos llevará hacia algún lugar.
Ya sé que suena muy inspirador y todo eso. La verdad es que la motivación es la razón por la que escribes.
¿Por qué quieres escribir? Puede que quieras terminar un libro, compartir relatos, practicar… cualquier motivo es igual de válido siempre que a ti te resulte alentador.
Busca una motivación que te llene, no busques satisfacer o demostrar algo a los demás, ten en cuenta que a la mayoría de las personas ni siquiera le interesa que escribes, entonces debes estar claro que la escritura es algo para ti. Aunque pretendas publicar, o tener lectores, la motivación fundamental de tu trabajo no debe ser para otros.
Es cierto que escribimos para que nos lean, pero si no te complace escribir o lo que haces no te apasiona, dudo que puedas despertar algo en los lectores. Al menos es mi punto de vista.
Desconectar es necesario
Puede que el móvil o las redes sean muy adictivos, pero hay que establecer diferencias al momento de trabajar. Sí, escribir es un trabajo y para hacerlo necesitas concentración y dedicación.
Yo apago el móvil y desconecto el ordenador al wifi.
Ya te digo que este punto es de los que peor se me daban. Me gusta revisar mis mensajes o responder, por lo que mantenerme alejada me ponía de los nervios.
Los primeros días me costó mucho comprender que al momento de escribir necesitaba alejarme de todo aquello que me desconcentrara, aunque con el tiempo, la idea fue asentando en mi cabeza y cada día se me da mejor.
Excepto cuando estoy de los nervios a la espera de un correo o algo así, la ansiedad puede más que mi voluntad y me cuesta muchísimo desconectar. Es un punto en el que sigo trabajando ya que me quita mucho tiempo valioso de escritura.
Establecer un hábito
Sí, Murakami se despierta a las 4 de la mañana y dedica unas cinco horas seguidas a escribir, otros como Stephen King trabaja todos los días del año, sin importar domingos o festivos, no se permite levantarse del escritorio hasta haber escrito 2000 palabras.
Solo por poner dos casos. Todo escritor debe establecer hábitos y crear rutinas que lo ayuden a escribir.
Si cada día te sientas frente al ordenador y empiezas a dar rienda suelta a las musas, es probable que con el tiempo se te dé con mayor facilidad. Habrá días de pereza o pocos ánimos y allí es cuando este hábito se convertirá en una prioridad.
Incluir la escritura en tu día a día será un impulso para que trabajes en esa historia que te da vueltas en la cabeza, deja las excusas y pon manos a la obra.
No digas “voy a tratar de escribir”, “voy a intentar…”, no, simplemente hazlo.
Como un gran maestro dijo “hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes” y en esto no puedo quitarle razón a Yoda. Hazlo y punto, si quieres escribir un libro deja las excusas y hazlo.
No rendirse
Ya sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero eso no le quita importancia. Creo que este es el punto en el que convergen todos los demás, y con razón, si aplicas esfuerzo, motivación, tiempo y disciplina, queda que lo sigas intentando y no te rindas.
Muchas veces sentirás que escribes basura, que no vale, que es mejor que lo tires, y puede que sea cierto, pero si te rindes con facilidad nunca sabrás si podías triunfar. Esto debería escribírmelo a fuego en la cabeza, renunciar es más fácil que seguir intentándolo.
Cada quien conoce sus límites y comprende hasta dónde puede llegar, descubre los tuyos, no tires la toalla antes de tiempo.
Y tú… ¿Qué otro consejo añadirías a esta lista? ¿Cumples alguno de estos hábitos al momento de escribir? No olvides dejar tu comentario, no seas tímido (a) queremos leerte.
El problema no es fijarse una rutina y unos hábitos, si no cumplirlos. Yo soy de las que, después de dos semanas, comienza a olvidarse y acaba dejando las rutinas. Pero bueno, será cuestión de probar otra vez. Un saludo!
Eso es muy cierto, fijarlos no es lo difícil, hay que esforzarse por cumplirlos que es en lo que solemos fallar. Un beso Nerea, mucha suerte y ánimo
Iris, como siempre, inspiradora y muy práctica.
Personalmente no sigo demasiados tus hábitos, es cierto que me gusta escribir, me apasiona, me llena por dentro, pero descubrí que cuando lo hacía sin estar preparado para ello, sin motivación, solo escribía basura sin sentido que estropeaban el resto del trabajo. Forzarme a escribir lo vi como peligroso, porque corría el riesgo de cogerle repulsión.
Y en la práctica, casi siempre tenía que borrar todo lo que escribía en los días que no estaba inspirado, porque esas líneas le restaban calidad al relato, se notaba que eran líneas vacías.
Al final me propuse no escribir a no ser que realmente me apeteciera mucho, que estuviera realmente motivado, que mi mente fuese una fábrica de sueños. Es por esto que pasaban días enteros sin escribir nada, me los tomo como un descanso, como una calentamiento suave, una preparación pasiva, porque en otros escribía durante horas, cuando me sentía fuerte en esos momentos, cuando las musas revoloteaban en mi mente (sé que te gustan las novelas fantásticas), cuando las líneas salen solas y casi no necesitan revisión posterior, cuando son perfectas para mí.
*Escribir es un poco como besar, debe ser cuando más apetezca para que tenga la máxima intensidad*, cuando realmente te sale de dentro, cuando el deseo puede más que la prudencia, en su momento, porque, de otro modo, pierde toda su pureza y fascinación, se convierte en una rutina insulsa, y no lo merece. Cuando beses, besa de verdad.
Claro que este pensamiento es solo mi opinión, y estoy convencido de que muchísimos autores se marcan lo de escribir como una especie de obligación diaria, de rutina. No es mi caso, para mi es un placer, por tanto, no puedo verlo como una rutina obligada o acabaré quemándome y dejándolo para siempre.
Y para quemarme o aburrirme ya tengo otras cosas que no puedo evitar o elegir, la escritura es para mí precisamente lo contrario, es mi vía de escape, y no puedo permitir que pierda esa naturaleza.
Un saludo, Iris, siempre es un placer leerte, se aprende mucho de tus escritos. Acabas de ganar un seguidor. Cuídate.
J. J. García Cózar
Muchísimas gracias, me alegra que compartas tu experiencia y que además nos dejes ejemplos de tu trabajo. Además, creo que la aportación termina por añadir mucho valor a todo lo que ya he dicho. Un saludo especial.
Personalmente, me quedo con el hábito número 4: Disciplina. Siempre he sido un tipo bastante disciplinado y, cuando me he planteado hacer algo en serio, lo primero ha sido esquematizarlo y calcular lo que necesito hacer para conseguir lo que quiero. Quizá puede resultar una vida un tanto rutinaria, pero solo hago eso con las cosas que precisan de continuidad. Como es escribir.
Creo, y alguna vez lo he dicho, que escribir es la suma de talento y trabajo (en esto último se incluyen muchas otras cosas aparte de meramente escribir: desde leer a entender la ortografía y sintaxis, por ejemplo), y que es como ejercitar el cuerpo, cuestión de continuidad. Por eso, como King, ya que lo mencionas, a primera hora de la mañana (lo confieso, en el trabajo, antes de que empiece el curro de verdad, cuando no hay nada aún que hacer) escribo 1000 palabras mínimo. Con la cabeza fresca, antes de que la mente empiece a cansarse con otras cosas, es cuando mejor me salen los textos que he imaginado y medio montado el día anterior en mi mente.
¡Un saludo!
Eso es genial, a mí me cuesta muchísimo el empezar, soy muy distraída y dejar todo de lado para escribir me toma tiempo, pero como he comentado sigo trabajando en ello. Eso que dices creo que es la clave del éxito, esfuerzo y talento, van de la mano y es algo que muchos se niegan a aceptar, un abrazo
Tiempo para escribir sobra, lo que falta son ideas nuevas, pero ideas que vengan a «cuento» no descabelladas o fuera del tema.
Yo tengo delante todos los días dos páginas en blanco. Una es para seguir con la «dichosa» novela que me propongo, la otra es para escribir lo que me dé la gana. Con esta es con la que me divierto realmente. Esto es lo que se debía publicar pero… ¿A quién le interesan las fantasías propias? La ficción siempre ha tenido un problema, demasiadas normas, está encorsetada tanto como las distinguidas damas que querían tener una cinturita de avispa.
Muy importante lo de la disciplina, yo en realidad quisiera poder escribir mi historia a lo largo del día, sin embargo en mi caso debe ser lo contrario por los estudios, y prácticamente la novela no es mi trabajo sino el descanso de mi trabajo. Sin embargo sirve sobre todo me cuesta el dar forma a ideas que son difusas para plasmarlas y en ello estoy. Gracias por la entrada.
Es muy válido lo que cuentas. Yo ahora puedo dedicarle más tiempo,pero es cierto que hacer compatible trabajo, estudios y escritura es complicado. Suerte y ánimo, un beso enorme
Bueno, ¡el meollo de la cuestión! La guerra contra el tiempo. En mi opinión, el escritor novel y me refiero a aquel que se toma la escritura en serio, que aspira a poder dedicarse algún día debe emplearse en varios frentes.
1. Por supuesto, escribir.
2. Leer tanto obras de ficción como obras de teoría narrativa.
3. Socializarse en las redes, leyendo a los demás.
4. Mostrar tu trabajo en tu blog. Lo que significa dotarlo de contenidos y mantenerlo activo.
Pienso que son cuatro aspectos que no puedes obviar y que estás obligado a distribuir en tu horario. Y aquí es donde debes hacer equilibrios hasta desfallecer.
En mi caso, esta jornada laboral comienza a las once de la noche y termina a las tres de la mañana (me levanto para trabajar a las 8:30), al menos de lunes a jueves. El viernes, sábado y domingo consigo alguna hora extra durante el día. Es agotador pero aún y así me faltan horas. O mejor dicho, horas de calidad. Mi sueño inconfesado sería una semana entera encerrado, en soledad, para escribir durante 18 horas seguidas pero es imposible, claro.
La organización por tanto es fundamental. Y también decir No. Conocerte saber hasta dónde puedes llegar.
Comparto lo que ha comentado un compañero más arriba. Solo escribo cuando tengo algo que contar. Jamás me he plantado delante de un papel sin saber qué quiero escribir, aunque solo sea un esbozo. Aprovecho los ratos en el metro para ir trazando esquemas de alguna posible historia, visualizándola mentalmente hasta que cuando la considero madura lanzarme a escribirla. De hecho, escribir me resulta sencillo y suelo ser rápido, lo que cuesta es imaginar la historia, la situación, su desarrollo.
Me ha encantado el artículo, siempre reconforta saberte que tus problemas son compartidos por los demás.
¡Saludos!