La prisión del campanario
Los días se disfrazaban en la concordia apacible de una muerte sin final, como quien mira el abismo y pierde el miedo a caer. Allí sucumbían los gritos errados de miles de gargantas secas. A la espera infinita, doblegada, que los obligaba a marchar con la cabeza baja. El sol perfilaba el vago matiz de…