
Para algunos escritores, los diálogos suelen ser un dolor de cabeza insufrible que los atormenta en sus peores pesadillas. Sí, y es que pueden ocasionarnos mayores problemas de los que normalmente pensamos.
¿Cuántas veces nos encontramos con voces confusas que no pertenecen a un personaje? Y hablo por muchos cuando digo que escribir buenos diálogos es un reto para todo escritor.
En un principio, mis textos se caracterizaban por mucha descripción y poco parlamento, no porque mis personajes tuvieran poco por decir, yo intentaba evitar los diálogos y me esforzaba en mantenerlos al mínimo.
Grave, gravísimo error.
Los diálogos nos permiten conocer al personaje, cómo se expresa, cómo habla, cómo se relaciona. Y también le dan dinamismo a la historia. No todo podemos obtenerlo de manos de ese narrador que nos está contando lo que ocurre, el personaje debe mover la acción, y los diálogos ayudan a que esta se presente en el texto.
Además, evitamos una lectura demasiado pesada. Hace poco leí un libro en el que había muchos párrafos largos y pocos diálogos, y aunque el libro me gustó bastante, eché en falta esas conversaciones, esa interacción entre personajes, lo que a mi parecer hacía más lenta la lectura.
Sé que puede variar dependiendo del estilo de cada escritor, pero considero que los diálogos son necesarios y debemos darle mayor protagonismo en nuestras historias.
Otra cosa es escribir buenos diálogos.
Y aquí voy a acotar que es necesario saber cuándo menos es más, respecto a todo en general.
Tampoco puedes pretender llenar páginas enteras de diálogos vacíos que no aporten nada a la trama, como bien he dicho, son necesarios para avanzar y hacer más dinámica la historia.
El diálogo debe funcionar a nivel narrativo, no es lo mismo que una conversación que escuchamos en la calle, debe cumplir una función y unas reglas que justifiquen su presencia.
La voz del personaje
Cada personaje tiene una personalidad, una voz que lo caracteriza y lo hace ser lo que es.
Es importante que el escritor conozca a sus personajes y aprenda a diferenciar la voz de cada uno de ellos, cómo se expresan, qué comunican, para no confundir al lector y dejar en claro que cada personaje es diferente.
Aquí tiene peso su nivel cultural, su profesión y sus gustos. No puede hablar de la misma manera un profesor universitario que un adolescente. Es común confundir la voz de los personajes, y para evitarlo necesitas tener una ficha de personajes (es lo que yo recomiendo y hago).
Ponte en el papel de los personajes e imagina cómo hablarían, da la entonación y la voz que crees que tendrían.
Los buenos diálogos deben decir mucho de nuestros personajes. No podemos hacer que todos hablen de la misma forma, deben reflejar su personalidad, algo que me funciona bastante es leer los diálogos en voz alta, así voy diferenciando las voces de cada personaje y me aseguro de que no suenen iguales. Es una técnica sencilla que al menos a mí me resulta bien.
Dinamismo
Otra cuestión que dejamos de lado para dar más importancia a cualquier otra.
La dinámica entre personajes es importante, pero aquí lo que quiero llevar a otro plano, y cabe destacar que no es eso de lo que voy a hablar. Ya me hice un lío, solo quiero decir que la dinámica entre los personajes se ve influencia por sus diálogos, son parte de cómo interactúan entre ellos, de cómo reaccionan al otro y de su relación.
Para explicarme mejor es necesario evitar la monotonía, que no todo sean preguntas y respuestas. Involucra la acción, que exista movimiento entre los personajes, que surja una reacción ante su conversación.
Nada más aburrido que un montón de diálogos sin sentido que aportan más bien poco.
Aprende a diferenciar sobre las frases bien hechas que aportan y aquellas que solo sirven de relleno.
Y no, no hablo solo de frases que conlleven a la acción, muchos diálogos son utilizados para dar a conocer algo del personaje, y este es un aspecto que en lo particular me gusta mucho.
Aquí un ejemplo de La sombra del viento.
—Te presento a Julián Carax.
—La sombra del viento —Leyó Bea acariciando las letras desvaídas de la cubierta.
—¿Puedo llevármelo? —preguntó.
—Todos menos ese.
—Pero eso no es justo. Después de todo lo que me has contado este es precisamente el que quiero.
—Algún día, quizá. Pero no hoy.
Si nos fijamos son frases cortas que ofrecen dinamismo a lo que el narrador nos cuenta. Y esta dinámica en la conversación es importante.
Muestra lo que está sucediendo
Aunque el diálogo sea el foco de atención puedes ir dando pistas de lo que ocurre alrededor. No dejes al lector enfrascado en la conversación, hazlo ver lo que rodea ese diálogo, las reacciones y lo que rodea a los personajes.
Los diálogos pueden ofrecer detalles, pero no obligues a contar todo lo que ocurre a través de ellos.
Puedes dejar caer información que el lector divise casi de manera inconsciente, pero no olvides que debe estar justificada, y aportar algún dato que ayude al avance de la trama. Interrumpir los diálogos le da dinamismo a la lectura, y hace que sea más verosímil.
Un ejemplo es una escena sacada de Róndola de Sofía Rhei, el diálogo muestra parte de lo que están viendo los personajes.
—¿En eso consiste el festín? —preguntó Orokosa.
—¡No, en absoluto! Esto es solamente la ensalada.
—¿Qué es eso de la ensalada? —le preguntó Hereva a Kony en un susurro.
—Brotes verdes y lechuga fresca —le explicó esta.
Hacer acotaciones permite que el lector mantenga el ritmo. Entre los diálogos puedes hacer énfasis en las acciones, en la atmósfera y ambiente de la escena.
Y algo que en lo que no puedes caer es en la redundancia, si muestras algo evita que el personaje haga énfasis en ello. Quiero decir, que el personaje no explique algo que el narrador acaba de decir, por el contrario, que su intervención aporte algo a lo que el narrador nos ha contado.
Frases cortas
Y aquí quiero rescatar la naturalidad de la conversación. No vamos por la vida soltando frases larguísimas y muy elaboradas. Lo más común es que al hablar, construyamos frases cortas, y esto aplica muy bien para los diálogos.
Yo solía fallar en este aspecto, buscaba frases muy largas que perdían sentido. ¿Cómo lo solucioné? Leyendo mis textos en voz alta, noté que faltaba naturalidad y que esas frases entorpecían el ritmo, así que busqué acortarlas y llevarlas a un contexto real.
Y en este apartado quiero discutir un error muy común que los escritores noveles solemos cometer. Construir diálogos muy recargados, con palabras raras, poco comunes o muy cultas. Las personas no hablamos así, en la vida real es muy difícil hablar con construcciones poéticas o literarias, por eso evita discursos o largas conversaciones en los que este lenguaje sobre. Fíjate como hablan las personas e intenta buscar tu estilo, lo importante es la naturalidad.
Que el diálogo importe
Por último quería añadir que el diálogo debe importar. Es una herramienta narrativa a la que debemos sacar provecho. Utilízala a favor de tu historia y haz que tenga importancia dentro de ella.
No olvides que el diálogo es una manera de controlar el tiempo narrativo en la novela, y que puedes jugar con este recurso para dar vida a tus textos.
Y tú… ¿Eres de los que recurren a los diálogos o huye de ellos? ¿Qué aspecto te complica la vida al momento de escribir diálogos?
Personalmente, creo que lo que más cuesta a la hora de crear los diálogos es su naturalidad y sentido. Muchas veces, como bien dices, pecamos de querer darles voz a los personajes porque para nosotros tienen todo un mundo que contar.
He estado probando tu pequeño truco y me ha venido de lujo porque me he dado cuenta muy rápidamente que he de cambiar en los diálogos que escribo y dónde he de retocar para que el personaje tenga su propia voz.
Otro artículo fantástico.
¡Buen trabajo! 😀
Totalmente José, me alegra que probaras el truco, podemos parecer unos locos jaja, pero a mí me ha ayudado muchísimo, así veo que tan natural suenan las cosas. Saludos
Hola. Hace años (mejor ni digo cuántos) fui a mi primer taller literario.
Y recuerdo que me llamaba la atención que ningún cuento de los que presentaban tuviera diálogo.
No entendía el porqué, hasta que me di cuenta que era por desconocimiento.
A mí, ni sé por qué, se me daban con facilidad. Con esto no quiero decir que supiera todo, sino que no tenía ese problema.
Pero después de todos estos años sigo aprendiendo cosas nuevas.
El que no aprende más nada tiene un nombre: muerto.
Buena clase.
Un abrazo.
Es cierto Luis, algunos se nos dan mejor que otros, yo te digo que los diálogos me daban terror, les huía muchísimo, pero poco a poco voy mejorando (eso espero). Lo importante es aprender, saludos
Completamente de acuerdo. Los diálogos son imprescindibles (salvo que el estilo de lo que se esté escribiendo, o su trama, no los requieran; pienso, por ejemplo, en un texto de un solo personaje o en una descripción de un paisaje) y las pautas que das son básicas, pero no tan sencillas como parecen a la hora de escribir. Hay que tener claro cómo es cada personaje y hacer, a la vez que creas unas frases naturales, que sus palabras sean creíbles y correspondientes a su mentalidad.
Personalmente, me gusta escribir diálogos, y los utilizo bastante en mis textos, sirviéndome de ellos para introducir acciones o descripciones, gustándome también las frases entre rayas de diálogo para mucho más que poner un «dijo él» o «respondió ella», aunque, por supuesto, ciñéndome a lo que dices del diálogo necesario, nada de hablar y hablar por meter más páginas de paja.
¡Un saludo!
Hola. Estoy muy de acuerdo con todo, con la salvedad que a veces unos diálogos más extensos tampoco están mal, aunque tal vez no entren siempre dentro de una conversación. Son más bien para darle un realce a un pasaje o a un escena. Nunca se me olvidará el final de Luz de Agosto por eso.