
En este momento debería estar estudiando. Y digo “debería” porque es la palabra que he estado repitiéndome a lo largo de toda esta semana. Bueno, para empezar, definitivamente el calor llegó a Madrid.
Esto no es bueno, y lo digo al menos en un ámbito muy personal. Toda esa gente que sueña en ir en bikini fingiendo que no tiene inseguridades y sudando como cerdos no saben apreciar la belleza de septiembre y octubre.
Sí, tengo problemas para afrontar el calor, pero también detesto el frío.
Bueno, solo menciono esto porque mientras me da el aire que es capaz de echar el pequeño ventilador que compre en mediamarkt, veo las guías y ellas me miran a mí.
Son incapaces de persuadirme para que las tome en mano y diga “Ahora sí, un día antes estudiaré y sin duda alguna aprobaré” Pero no, ellas no me hablan, no susurran y mucho menos me incitan a degustar sus tortuosas líneas…
El mundo puede ser un paraje un tanto extraño, si tomamos en cuenta que me muero por tomar el kindle e irme al parque a leer lo que realmente me gusta.
Mientras tanto me quedó aquí, sola, esperando que llegue el momento y mi determinación aparezca para poder leer sobre marketing y posicionamiento web, que si he de ser sincera, hoy mismo me importa un pepino.
Bueno, ya sé que decidí estudiar el máster porque insistía en aprender los misterios de la comunicación digital, pero ha resultado más aburrido de lo que esperaba. ¿Aprendí? Bueno sí, no ha estado mal, pero definitivamente no era lo que esperaba.
En fin, mañana es sábado, con lo que me gustan los sábado, generalmente es cuando llamo a las hadas para que vengan a navegar en mis hojas y atraigan esas musas que llaman durante toda la semana.
A favor de ellas debo decir que siempre asisten, no con mucha puntualidad, pero acuden a mis manos, a mis ojos, para llevarme por bosques idílicos en los que me pierdo para relatar unos cuentos que la mayoría de la gente no quiere leer.
En fin, probablemente mañana a esta hora ya tenga nueva publicación para Iris de asomo…
O tal vez no, pocas veces he fallado respecto a la puntualidad de mis publicaciones, pero siempre me he sentido aterrada de escribir algo mediocre doblegándome ante la presión por publicar.
De momento, lamento decirlo, pero ha pasado. Muchas veces he escrito por que tenía que hacerlo, con un halo que no traía más que leves ideas y no llegaban a concretarse.
Pero me he prometido que cuando sienta esa presión, y mis líneas no representen los tormentos de mi alma, lo dejaré hasta que las musas acudan a mis súplicas y pueda encantar con esas fantasías que me decanto por hacerles llegar.
Ahora me voy. El tiempo se agota y el insistente reloj no para de recordarme que quedan pocas horas. Sí mañana tengo examen y debo estudiar…