
Este podría ser mi enésimo blog, o tal vez el primero que empiezo a escribir desde una perspectiva un poco más personal. Sí, es que en todos escribo de una forma anónima, o bueno, digamos que no anónima pero siempre me ha gustado imaginar que nadie puede ver más allá de esas palabras que me decanto por publicar al menos una vez a la semana.
Soy algo así como una escritora, o un vago intento por serlo. Tal vez sea ese el punto al que pretendo llegar luego de algunos años navegando entre sueños maravillosos de poder publicar y vender mis libros.
Pero un día despiertas, cansada, acostumbrada a madrugar, con el cabello revuelto y sin ningún arreglo. Sin ganas de salir de casa pero con la obligación de ir a sentarte frente al ordenador por unas 8 horas diarias. Saludas y te queda fingir que eres absolutamente feliz con una vida plana, en la que ansías la llegada del fin de semana. No, no para irme a beber con mis amigas o para disfrutar de un lindo día en la playa, si no para poder entregarme a esa inspiración furtiva a la que en toda una semana no puedes otorgar libertad.
Entonces suena la alarma, es sábado, me visto de capa y espada, busco mi mejor boli y espero a que mi cabeza haga el resto… Y por un momento, solo por esos breves instantes, brota la absoluta magia que reside en mi cuerpo, arrinconada y encerrada, muy estrecha sin poder ir a rondar por el parque porque siempre debe ir a trabajar.
Y luego otra vez lunes, abandono mi lámpara mágica, dejo que las musas se adormezcan y me visto con corbata (no, no llevo corbata pero mi espíritu siente que la lleva) y volvemos a ese ciclo interminable, a largas horas contadas por un reloj de mentira, juzgándonos por no apreciar la suerte de estar en un “trabajo” y llevar una vida normal como adultos responsables.
Bueno, esto es solo un capítulo de Iris, mi identidad secreta, aunque algunos me conocen por otro nombre y si quiera se imaginan de la existencia de esa chica guerrera a la que le encanta librar batallas con las hojas en blanco. Y he decidido llevar una especia de “diario” por si algún día encuentro la suerte, o ella me encuentra a mí, y acabo dando el gran salto y me convierto en una importante literata (los sueños son baratos y mientras se puedan permitir bienvenidos sean)